lunes, 21 de septiembre de 2015

¡¡¡Felicidades, abuela Maruja!!!

Mi abuela Maruja probando mis mostachones
Piiii. Piiii. Piiii. Piii...

- Abuela, ¿sabes quién soy
- Pues, Irene
- ¿Pero porque lo sabes o porque te lo han dicho?
- Lo sé... estaba esperando a que llamaras.
- ¿Y sabes qué día es mañana?
- 22...  - se ve que hoy está escasa de palabras y hay que sacarle datos con sacacorchos
- ¿22 de qué?
- 22 de septiembre
- ¿Y eso qué significa - Yo también es que someto a la mujer a un tercer grado en cada llamada...




- Pues nada... que soy un año más vieja
- ¿Pero sabes cuántos años cumples?
- Pues no sé... ochentaitantos o 90... nací en el 22...
- 93, abuela... ¡¡cumples 93!! ¿Qué tal estás?
- Bien, gracias a Dios

Y así seguía una conversación en la que me das las gracias por llamar, cuando lo que tendría que ser delito sería no acordarme...
Mañana tengo guardia, abuela, así que no te puedo llamar.

Aunque a veces en tu mirada intuya el deseo de volver a ver a tu marido y a tu hijita Almudena, deseo... ¡¡que cumplas muchos más!! Y que siempre respondas al qué tal, con un "bien, gracias a Dios". Que si aún estás pisando la tierra es porque sigues haciéndonos falta... y porque el Dios a quien das gracias, aún tiene planes para ti por aquí. Así que... sin prisa y con la misma alegría de siempre.

Filipenses 1:6

PD: Ya sabes que mi regalo es que mi madre te deje comer con sal...  ¡que te lo dice tu nieta que es médica!

Zampando y zampando la señora...


Y a mi otra abuela... la que mañana no cumple años. La que probablemente no se acuerde de mi nombre la próxima vez que la vea...

Hoy ya estabas acostada cuando llamé, pero ayer me acordé especialmente de ti. Seguro que tú no te acuerdas de haberme hecho esas toallas... Las tengo guardadas desde hace... qué sé yo, más de 15 años. Parte de mi ajuar (cómo me gusta esa palabra) En algún momento pensé que no tendría que usarlo antes de que me casara, pero es que ... ¡¡ya vivo sola!! Si las guardo más tiempo, caducarán.
Reconozco que de niña me parecían las toallas más bonitas que podían existir... Que en mi adolescencia me parecían las toallas más cursis que podían existir...
Y que ahora... ahora no sé si es que me volví cursi, pero me parece que queda tan bonito el baño con sus tres toallas conjuntadas...




sábado, 9 de mayo de 2015

Patatas a la italiana

Hará unas semanas desde que hicimos esta receta...
Me propuse repetir los mostachones (y me salieron PERFECTOS, no es porque lo diga yo... parecían de bollería...) y al mismo tiempo hacer alguna otra receta.

Algo que pareciera fácil, con pocos ingredientes (porque no tenía tiempo de ir a la compra) y que fuera salado...

Y entre las recetas de mi bisabuela Amelia me encontré la de las Patatas a la italiana.

Os transcribo tal cual está escrita (en negrita y cursiva sus palabras)

Patatas a la italiana 
Se cuecen y parten como en el caso anterior (eso... tú facilita la receta... me tuve que leer la anterior y ponía lo siguuiente: "después de cocidas las patatas en agua bastante salada, se pelan y se parten en rodajas grandecitas") Con un par de las que resulten más blancas, en el mortero, añadiendo yemas batidas, aceite en bastante proporción (me encanta que sea tan ... exacta con las medidas), vinagre y sal, se hace una salsa espesa. Luego de espolvorear las patatas con un poquitín de pimienta, se las recubre de salsa, se riega ésta con ralladuras de queso y en el horno se termina el incidente. (este final me encanta... aunque yo traduciría con que en el horno se termina el accidente) 


Cuando le expliqué la receta a mi madre... me dijo que seguramente no la había hecho en realidad... que sólo se la había imaginado... porque no tenía ni pies ni cabeza.

Pero oye... yo ya estaba ahí con las cazuelas preparadas, así que no había marcha atrás. 

Así que os explico el desastre lo que hice yo. ¡¡¡¡He de decir que no me dejaron que modificara nada!!!! (el enanito, especialmente) Me insistieron en que no podía tunear las recetas... pero esta vez, mi escasa intuición culinaria me habría dado la razón, lo aseguro. 



1) Sin estar muy convencida de lo que hacía... puse unas cuantas patatas a hervir, con agua "bastante" salada... Vamos... que le eché un poco de sal, pero que no entendía muy bien lo de salar el agua cuando luego se iban a pelar... 


2) Pelé las patatas... Elegí dos... que de blancas tenían poco... (pensé que igual quería decir las que fueran más blandas... se me escapan un poco las indicaciones de la buena mujer)

El resto las corté en rodajas, las puse en una fuente. Les eché un poco de pimienta.. y me puse con las otras dos.





3) Metí esas dos patatas directamente en el mortero... y le di con todas mis ganas... con el absoluto convencimiento a esas alturas de la película de que unas patatas cubiertas por salsa de patata sin duda no podría ser la mejor de las ideas...

Cada vez tenía más claro que mi bisabuela, en un ataque de hambre la pobre... se lo había inventado ("¿quién iba a tener patatas en plena Guerra Civil?... O si tenía patatas... ¿de dónde sacaba el aceite en abundancia?")
Mi madre dice que por lo visto era buena cocinera... Yo no me permito dudar habiendo hecho solo una de las recetas... ¡¡¡pero en serio!!! es como si hacemos una ensalada de lechuga y el aliño es... ¡¡¡lechuga machacada con un mortero!!!

Pero ¡¡¡insisto!!! no me dejaron modificar la receta, así que seguí fielmente las "indicaciones"

Aspecto extraño....
Eché dos yemas de huevo. Eché aceite... (bastante... porque con dos patatas... eso era una masa extraña... así que hasta que conseguí darle un poco de fluidez al asunto) eché vinagre y eché sal.
Y con toda mi fe en la receta por los suelos... cubrí las rodajas de patata y le advertí a mi padre de que no hacía falta que las probase cuando estuvieran hechas.



4) Añadí queso para gratinar... y metí al horno.


Antes del horno...
Después del horno...




RESULTADO FINAL (quedó muy aparente... parecía que iba a estar bueno, incluso)




Opiniones personales:
Al no ser una salsa muy líquida (igual si hubiera echado solo una patata en vez de dos, habría quedado algo mejor...) las patatas sobre las que estaba no se impregnaron para nada... Así que sabían simplemente a patatas cocidas con un poquito (poquiiiiiito) de pimienta. Vamos... una sosería.

SIN EMBARGO la salsa de arriba estaba ¡¡¡buena!!! Excelente no... pero creo que con menos patata y añadiendo queso fundido, quizás...  puede ser un apaño de salsa para alguna otra cosa (igual para alguna carne, no sé...) De modo que no descarto usarla para eso.

Las patatas... si lo volviera a hacer... las asaría... y ya vería qué les echo por encima... lo de cocerlas para echarles un poco de pimienta... como que no.

Cada vez estoy más convencida de que mi bisabuela no hizo la receta... en serio... jaja

Nivel de dificultad: FÁCIL
Posibilidades de carbonización: medias (la receta no da ni para eso...)


SE ME OLVIDABA...

En la receta se usan dos yemas... ¿y qué hacer con las claras?

Yo lo tenía clarísimo... ¡¡¡HICE MERENGUE!!!

En realidad quedó en un intento... porque mi madre, en "su afán por ayudar" (es culo veo, culo quiero...) agarró la batidora, y no sé qué le hizo pensar que yo cuando batía sujetaba el vaso ¡¡¡sin motivo!!! 
En su demostración acerca de cómo usar la batidora sin parecer una histérica... los merengues terminaron así...




sábado, 4 de abril de 2015

Mostachones

¡Y con esta receta inauguro realmente el blog!

Ayer, en un ataque de aburrimiento, busqué una receta facilona que no requiriese ingredientes rarillos. El frigorífico de mis padres, por motivos que desconozco, está pelao, así que una receta de 3 ingredientes para entretener el hambre en viernes santo, venía que ni pintada.

Además, tenía a mi favor que mis padres no sabían lo que eran los mostachones (dulce típico de Utrera, Sevilla) Así que por muy mal que salieran, a menos que confundiera el azúcar con la sal, se lo podría vender como "es que son así".

Sin más dilaciones... procedo a escribir la receta tal y como se encuentra escrita y después la desarrollo tal y como me fue a mí:

MOSTACHONES (para guardar)
Ingredientes:
1/4 Kg (250g) de azúcar1/4 Kg (250g) de harina3 huevos
Se baten bien los huevos y se le añade el azúcar. Una vez bien mezclado se añade la harina.Una vez hecha la masa se pone en cucharaditas en una lata previamente untada de mantequilla y se mete al horno hasta que estén doraditos. Se pone también raspadura de cáscara de limón. 
Fácil, ¿no?

Bueno... pues aquí entran mis modificaciones y adaptaciones a la receta:

Usé 4 huevos en vez de 3 (porque yo lo valgo). El resto de ingredientes básicos fueron iguales (aunque considero que se pueden hacer con menos azúcar. Si lo vuelvo a intentar, probaré con 200g)  Con esta cantidad da para un total de 24-25 mostachones.

Para batir bien los huevos (como dice mi abuela) decidí separar las yemas de las claras y batir hasta un punto "parecido" al punto de nieve (vamos, que cuando se me cansó la mano y lo vi blanquito, paré) Y sí... intenté usar el cacharro del demonio, que es la batidora con varillas... pero la apagué en el mismo instante en el empezó a llover clara de huevo por toda la cocina. 


Después añadí las yemas y el azúcar. 

Claras batidas
Clara + yema + azúcar

Finalmente puse la harina y removí con una cuchara de madera. Quedó una textura más o menos pastosa. (Y la probé, y en crudo sabía riquísima)

Intenté lo de la ralladura de limón. Pero cuando rallaba... ¡¡salía zumo!!. Lo intenté con una naranja y más de lo mismo... Así que en pleno auge culinario... para dar sabor, le eché canela (totalmente recomendado si lo hacéis... pero procurad no echar medio bote como hice yo)



Calenté un poco de margarina y corté papel de aluminio en cuadrados y fui untando (esto es perfectamente sustituible por papel vegetal, pero en mi casa creo que no saben lo que es... Cuando le pregunté a mi madre casi se pone a buscar en el armario de las cartulinas (me da que lo relacionó con el "papel cebolla", que igual vale también, quién sabe...)




Se echa un poco de masa con una cuchara mismamente. Si la consistencia es correcta se expande un poquito hasta que queda así de bonito (aunque lo ideal es echar un poco menos que eso, porque en el horno crecen un poco)


Metí la primera bandeja en el horno, mientras me entretenía en ver si conseguía sacarle al limón algo de ralladura en vez de zumo... Cortaba cuidadosamente el papel de aluminio... pintaba con margarina... Esperaba a que se dorasen un poco... Miro... nada. Sigo a lo mío... Miro... ¡¡¡bien!!! ¡¡¡Mostachones carbonizados!!!!

Pero no os dejéis llevar por su aspecto... quedan modo "bizcochos Noel". Duros, crujientes... vamos... nada que ver con un mostachón. Pero con leche están ¡¡buenísimos!! Así que no los tiréis. (En mi casa casi son los que más éxito tienen)
Mostachones carbonizados.


Los carbonizados por dentro

Los siguientes los dejé mucho menos tiempo. Ni dorados ni nada...  (y bajé la temperatura del  horno a 180ºLos tocaba con una cucharilla por encima y cuando veía que estaban consistentes, pero se hundía un poco la masa, los saqué y los dejé reposar un poquito fuera. (Quedaron del color de la última foto)
Finalmente los guardé en grupitos de varios (hice una separación racial entre carbonizados, caucáiscos y albinos... ¡¡para todos los gustos!!) metidos en bolsas de plástico de congelar para que se conserven. No hay que dejarlos al aire que si no se petrifican. (Aclaro que las bolsas no son para congelarlos... sino que son las bolsitas que encontré para conservarlos mejor a temperatura ambiente. También se pueden meter en tápers) 






Y eso es todo.


Nivel de dificultad: Fácil
Posibilidades de carbonizar: 100%

viernes, 3 de abril de 2015

Cocinando con la abuela Maruja... ¡¡Presentación!!

¡¡Bienvenidos!!

Hola, soy Irene... probablemente me recuerden de otros blogs como... Cartas a un Umpa Lumpa o De fútbol y de medicina...  

A algunos puede que les parezca que no actualizo lo suficiente en ellos... Pero entonces, ¿por qué otro blog? ¿Me ha vuelto más  loca el MIR?

Hace muuuuchos meses, en una de las visitas a la casa de mi abuela, me adjudicó como herencia en vida una libreta roñosa arreglada con cinta aislante blanca en la que en primera página figuraba lo siguiente:



Recetas culinarias copiadas para distraer el hambre.
 Mayo del año 1938. Amelia

Vaya por Dios... ¿¿un cuaderno de recetas?? Y yo que antes de abrirlo aún suspiraba porque fuera un mapa de un tesoro para hacerme millonaria y mandar la carrera a la porra...
Me quedé con ganas de decirle... ¡¡pero abuela... que a mí todavía me cuesta diferenciar el azúcar de la sal aunque lo pruebe!!!

Una vez hecho el cuerpo a que eso era lo que me había tocado... leí con detenimiento:  Amelia en 1938. Que viene a ser la madre de mi abuela (la mitad de las recetas le pertenecen a ella. La otra mitad son de su hija: mi abuela Maruja, vamos) 

Como aún estoy con la resaca post-MIR y me sigue costando concentrarme en cualquier escrito que se salga de la temática médica... anoche me dio por leer la libreta roñosa de recetas. Y en un ataque de aburrimiento de hoy, me dio por probar una que era parecía sencillita. 

Se me ocurrió que podría compartir este legado con mis tíos, primos, demás familia y de paso el resto de la blogosfera...

Y aquí estoy.

Cada vez que haga alguna receta, mi bisabuela Amelia se revolverá en su tumba... pero igualmente la publicaré por aquí.

Sed todos bienvenidos